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¿Qué es el sadomasoquismo?

Por Natalia Hilario De La Cruz

Para conocer los orígenes de este concepto más a fondo vamos a hacer una breve introducción al estudio del sadomasoquismo que se ha llevado a cabo desde los acercamientos a la sexualidad humana a través de la psicología y la psiquiatría. «Sadomasoquismo» (SM) es un término compuesto por las palabras sadismo y masoquismo el cual, tradicionalmente, se ha utilizado para referirse a la acción de infligir o recibir dolor como una manera de obtener gratificación erótica. Sin embargo, como veremos, una definición tan sencilla resulta inadecuada al describir lo que en realidad constituye a unos comportamientos cuya complejidad va más allá de lo que esta supone. El psicoanalista Richard von Krafft-Ebing (de quien hemos hablado antes en nuestro artículo ¿Sabías qué? Un pequeño recorrido por la ciencia sexológicafue el primero en aplicar los términos sadismo y masoquismo al estudiarlos desde un ámbito científico.


En Psychopathia Sexualis, Krafft-Ebing definió el sadismo como “la experimentación de sensaciones sexuales placenteras [sic] (incluyendo el orgasmo) obtenidas mediante actos de crueldad, castigos físicos infligidos a uno mismo o a otros, tanto personas como animales, en presencia nuestra”. Añadió que “además puede consistir en un deseo innato de humillar, lastimar, herir o incluso destruir a otros para obtener así uno mismo placer sexual” (Krafft-Ebing, 1965, p. 53). Krafft-Ebing señaló que el sadismo solía formar parte de las perversiones sexuales pero, posteriormente, observó que lxs amantes y las parejas de casadxs jóvenes a menudo realizaban alguna clase de juego en el que se provocaban, se mordían, se pellizcaban y luchaban por pura diversión. Así fue como planteó que las raíces de las muestras extremas de sadismo también pueden encontrarse en la actividad sexual “normal”.




El término de sadismo proviene del Marqués de Sade, el aristócrata y escritor francés que vivió durante los siglos XVIII y XIX. Muchas de sus novelas y relatos, incluyendo “Justine o los infortunios de la virtud” y “La historia de Juliette” equiparan la crueldad, el dolor y la humillación con el placer sexual. Krafft-Ebing extrajo esta palabra del nombre de Leopold von Sacher-Masoch, cuyas novelas tal y como “La venus de las pieles”, reflejaban su exploración erótica personal por medio del dolor, la humillación y la sumisión. Krafft-Ebing entendía el masoquismo como:


“una perversión peculiar de la vida psíquica sexual a consecuencia de la cual el individuo afectado está dominado en su sexualidad por la idea de hallarse total e incondicionalmente sometido a la voluntad de una persona del otro sexo que se comporta con él como un amo, humillándolo y maltratándolo. Esta idea se encuentra teñida por un sentimiento de lujuria; el masoquista imagina fantasías en las cuales se inventa situaciones de ese tipo y a menudo trata de realizarlas (p. 86).”


En esta descripción Krafft-Ebing define el masoquismo no sólo en términos de recibir dolor sino que reconoce la importancia de la fantasía y de los aspectos que no son físicos o concretos los cuales forman parte de la dinámica entre la dominación y la sumisión en las relaciones sadomasoquistas. Al igual que este, Sigmund Freud escribió sobre el sadismo y el masoquismo extensamente. Freud reconocía la existencia del sadismo en el “individuo normal” debido a que ambos él y Krafft-Ebing sostenían la teoría de que el sadismo, en sus versiones menos extremas claro está, era inherente a la “sexualidad masculina normal”. 




Sin embargo, a Freud se le hacía más difícil aceptar la posibilidad de que el masoquismo fuese normal en los hombres ya que consideraba que el masoquismo “parece alejarse más del fin sexual normal que la perversión contraria; es dudoso si aparece originariamente o si más bien se desarrolla siempre partiendo del sadismo y por una transformación de este” (1938, p. 569). Krafft-Ebing era menos explícito que Freud en ese sentido pero una lectura atenta de su texto deja claro a lxs lectorxs cómo su autor consideraba que la pasividad era menos “natural” en los hombres que la agresión sexual.


A pesar de esto, una diferencia que podemos encontrar entre sus teorías es que Freud consideraba que el sadismo y el masoquismo eran dos manifestaciones de la misma entidad y observó que con frecuencia se encontraban en la misma persona:


Aquel que halla placer en producir dolor a otros en la relación sexual está también capacitado para gozar del dolor que puede serle ocasionado en dicha relación como de un placer. Un sádico es siempre, al mismo tiempo, un masoquista, y al contrario. Lo que sucede es que una de las formas de la perversión, la activa o la pasiva, puede hallarse más desarrollada en el individuo y constituir el carácter dominante de su actividad sexual (Freud, 1938, p. 570).”


En “Studies in the Psychology of Sex”, Havelock Ellis afirma que la distinción establecida entre el sadismo y el masoquismo tiende a ser superficial porque ambos “pueden ser considerados como estados emocionales complementarios; no como estados opuestos” (Ellis, 1942, vol. 1, parte 2, p. 159). A diferencia de Krafft-Ebing y Freud, Ellis redujo la definición del sadomasoquismo al hacer referencia al dolor mientras excluía a la crueldad ya que, a su entender, la búsqueda del dolor que está motivada por lo erótico y el placer sexual constituye la esencia de estas prácticas. Este prefería utilizar el término «algolagnia», el cual se refiere a la conexión entre la excitación sexual y el dolor específicamente. Además, también creía que una gran parte de estos comportamientos están motivados por el amor:


El masoquista desea sentir dolor pero, por lo general, desea que le sea infligido con amor; el sádico desea infligir dolor pero en algunos casos, si no en la mayor parte de ellos, desea que el dolor sea recibido como una forma de amor.

(Ellis, 1942, vol. 1, parte 2, p. 160).




En esta obra, Ellis se adelantó a otrxs autorxs posteriores que abordaron las situaciones sadomasoquistas desde el punto de vista de una interacción social al señalar que lxs sádicxs tienen en cuenta las respuestas de lxs masoquistas. Hizo la observación de que lxs sádicxs delimitan su “amor por el dolor” al expresarlo únicamente durante sus interacciones sexuales por lo cual pueden “incluso valorar ese placer como algo esencial para su propia satisfacción” (1942, vol. 1, parte 2, p. 166). Ahora bien, en cuanto a diversos aspectos importantes, no logró comprender la esencia del SM como un comportamiento social. En primer lugar, veía a las personas masoquistas como participantes pasivxs de la situación y se refería a ellas como “víctimas”. 


En realidad, las escenas sadomasoquistas se construyen de manera cooperativa debido a que, con más frecuencia a lo que las personas que no practican bdsm se imaginan, las fantasías de la persona masoquista son las que se llevan a cabo en estos encuentros. Muchxs sadomasoquistas afirman que es lx masoquista y no lx sádicx quien ejerce el control del curso que tome una escena de bdsm. Por consiguiente, lxs dos (o más) miembros de la pareja establecen sus límites y estas restricciones en raras ocasiones se sobrepasan. Lxs sádicxs de quienes se sabe que no respetan los acuerdos a los que se haya llegado de antemano en relación con los límites establecidos tienden a ser evitadxs y a perder compañerxs. 


Ellis no captó la esencia del SM en otro sentido: Gran parte del SM apenas consiste del dolor físico. Son muchxs lxs sadomasoquistas que prefieren cosas como la humillación o el abuso de tipo verbal, las sujeciones (bondage), los golpes suaves con los que no se causa un malestar de gran intensidad y otras cosas por el estilo. Usualmente la excitación sexual se alimenta con la sensación de impotencia y de sometimiento a la voluntad de la otra persona. La ilusión de la violencia, y no la violencia en sí misma, es lo que suele excitar tanto a sádicxs como a masoquistas por lo cual en el fondo del SM no se halla el dolor sino la idea de entregar y obtener el control, de la dominación y de la sumisión.




Krafft-Ebing habló de ello aunque tanto él como Freud consideraban el SM una perversión. Una de las grandes aportaciones que hizo Ellis fue evitar adjudicarle este estigma al SM cuando escribía sobre estas prácticas sexuales y es por eso que aparenta ser más comprensivo en este aspecto que otros autores psicoanalistas quienes estudiaron el tema como es el caso de Frank Caprio (1955) y Wilhelm Stekel (1965). Ambos consideraban el SM como una psicopatología individual y su obra se basaba en la presentación y el análisis psiquiátrico de casos. En 1969 el antropólogo Paul Gebhard publicó “Fetishism and Sadomasochism”, un artículo que se convirtió en un indicador de progreso en cuanto al estudio del SM. En este subrayaba cómo ese comportamiento se produce dentro de un contexto cultural en particular:


El sadomasoquismo está arraigado en nuestra cultura, ya que las relaciones de dominación-sumisión están en la base de la misma y la agresión es socialmente valorada. También nuestras relaciones de género se expresan en un marco propicio para el masoquismo: al hombre se le considera sexualmente dominante y agresivo, y a la mujer reacia o sumisa (p. 77).


La idea expuesta por Gebhard de que la agresividad y la pasividad manifestadas en la sexualidad son un resultado de la cultura y no de la biología representó una ruptura significativa con las teorías de Krafft-Ebing y Freud quienes utilizaban la fisiología para fundamentarlas. Hasta cierto punto, este argumento da cabida para que reconsideremos cómo lo que asumimos que son las cualidades “normales” de la dominación y la sumisión, la agresión y la pasividad así como la masculinidad y la feminidad no son ni normales, ni naturales, ni inevitables. 




Así podemos ver cómo, en el mundo del SM, no hay nada fuera de lo normal en el hecho de que un hombre sea pasivo y sumiso. Este no es visto por otrxs que lo practican como “menos hombre” ni tiene que definirse a sí mismo como tal sólo porque prefiere el rol de sumiso. Además, la obra de Gebhard demuestra el hecho de que el SM es, sobre todo, una conducta social subcultural. El sadomasoquismo es un estilo de vida sexual con sus variaciones, con su propio conjunto de normas y de valores, con su lenguaje, sus justificaciones, sus publicaciones y sus organizaciones en el cual las nociones de dominación y sumisión desempeñan un papel crucial para las personas que lo practican. Para muchxs el SM es juego y es diversión.




Referencias:


  1. Caprio, F. S. (1955), Variations in Sexual Behavior, Grove, Nueva York.

  2. Ellis, H. (1942), Studies in the Psychology of Sex, vol. 1, part 5, Random House, Nueva York.

  3. Freud, S. (1938), The Basic Writings of Sigmund Freud (trad. [al inglés] y ed., A. A. Brill), Modern Library, Nueva York.

  4. Gebhard, P. H. (1969), «Fetishism and Sadomasochism», en Dynamics of Deviant Sexuality, J. H. Masserman, ed., Grune & Stratton, Nueva York, pp. 71-80.

  5. Krafft-Ebing, R. von (1965), Psychopathia Sexualis (trad. [al inglés] Franklin S. Klaf), Stein and Day, Nueva York (trad. Cast.: Psychopathia Sexualis, La Máscara, Valencia, 2000).

  6. Stekel, W. (1965), Sadism and Masochism, Grove Press, Nueva York.

  7. Weinberg, T. S. y G. W. Kamel, L. (2008) «SM: una introducción al estudio del sadomasoquismo*», BDSM Estudios sobre la dominación y la sumisión, Edicions Bellaterra, S.L., pp. 23-32.

Natalia Hilario De La Cruz

Escuela de Educación Sexual Explícita