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REINVENTANDO LA TIJERA

Por Zaira Santos

Reinventando la tijera

 

Que típico ¿verdad? la postura más estereotipada para las relaciones sexuales de personas con vulva. No obstante, hay mucha discrepancia en la satisfacción de practicar esta postura.

Quédate leyendo y descubre el porqué.

 

¿De qué estamos hablando?

 

La postura de la tijera es cuando dos vulvas se unen, creando una sensación de tijeras con las piernas entrelazadas. Es una postura que se puede confundir con el tribadismo, que es cuando rozamos nuestra vulva con cualquier parte del cuerpo de la otra persona.

 

Si nunca has probado la postura y mientras lees esto no te queda claro, te explicamos cómo: Colócate de frente a tu pareja, sentados en la cama o en una superficie cómoda. Una vez así, se debe pasar una pierna por encima de la pierna de tu pareja de modo que quede abrazando prácticamente su torso mientras que la otra queda debajo de la pierna de tu pareja que queda abrazando tu torso. Una vez así, pueden reclinarse hacia atrás y hacer que los genitales se rocen o en el caso de que una de las dos personas tenga pene o las dos, pueden iniciar una penetración.

 

La postura de la tijera no solo es exclusiva para dos personas con vulva, también puede practicarse con personas con pene o intersex aunque nos hayan hecho pensar lo contrario.

 

 

Pero, ¿no es esta la postura favorita de las lesbianas?

 

Es una postura clásica que se asocia a las relaciones sexuales entre personas con vulva, tanto que casi es imposible imaginar en nuestra sociedad otro tipo de posturas y maneras de follar entre vulvas.

 

Es un prejuicio que se le atribuye a muchas personas LGTBIQ+, siendo en muchas ocasiones usado para el insulto o la discriminación. Esta situación afecta a las personas y nos ha llevado a, incluso, descartar la postura de nuestro imaginario cuando dos personas con vulva viven su sexualidad juntas. O en muchos casos, al contrario, se nos ha exigido de alguna manera disfrutar de esta postura ya que es supuestamente la más placentera.

 

No es difícil encontrar un artículo en cualquier parte de internet que nos hable de la postura idónea para el sexo entre personas con vulva. No obstante, hay un mundo más allá de las tijeras, siendo esencial comprender que a cada persona, indiferentemente de sus genitales y orientación sexual, encontrará esta postura placentera o no.




 

Reinventando la postura de la tijera

 

Es una postura que al estar arraigada a un estereotipo en muchas ocasiones no se practica adaptada al cuerpo de cada persona, siendo en realidad una postura muy maleable y con mucho jugo.

 

Es una postura en la que la exploración del tacto de nuestra piel aumenta sustantivamente ya que notamos partes del cuerpo de la otra persona que normalmente se desfocalizan en la práctica sexual.

 

Aprovechar esta postura es recoger lo bueno que tiene, afrontar ese estereotipo y reinventarla hasta llevarla a un punto donde realmente nos encaje. Quizás te venga mejor estar con el cuerpo más erguido, o en lugar de tumbados, sea mejor para ti con una de las dos personas de pie. A veces puede hacerse frente a frente, incluso tener los pies de la otra persona tan accesibles mientras disfrutamos puede ser un punto a favor para ti. Siempre que te sea placentero, ¡puedes probar lo que quieras!.

 

Al fin y al cabo se trata de conectar con tu pareja, y rozar nuestros genitales es algo que nos permite explorar otras sensaciones eróticas que pueden convertirse en parte indispensable de tus prácticas sexuales.





 

Una postura para el futuro

 

Como ya hemos dicho, esta postura es muy maleable y siempre puedes buscar adaptarla a tus capacidades y comodidades, dándote siempre la conexión con la otra persona que esta postura nos aporta.

 

Al tener esta particularidad, quita importancia a la penetración y enfatiza la conexión y sensación corporal. Esto nos facilita practicarla incluso en edades más avanzadas, en la vejez, etapa en la, que tal como dice Freixas (2009, 2018), estas prácticas se asocian más con la sensualidad que con la sexualidad, abriendo camino a otros tipos de prácticas que plantean mayor satisfacción a todas las edades.




 

¿Te atreves a reinventar?

 

Quizás no te lo habías planteado nunca pero es posible que igual que ocurre con esta postura, puede ser que muchas otras prácticas sexuales estén influidas por estereotipos y éstos no te hayan dejado vivirlas o experimentarlas de forma satisfactoria.

 

Una postura en sí, no puede ser mala, sólo hay que aprender a aprovecharla y adaptarla a nuestro placer. Desde luego, esta reflexión sólo nos invita a probar y a reinventar las posturas y nuestra sexualidad.

 

Zaira Santos

Escuela Educación Sexual