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LA MASCULINIDAD EN LA SEXUALIDAD

Por Luis Eduardo Vargas Calentura



¿Qué es la masculinidad?

Se puede definir la masculinidad como aquellos comportamientos, conductas, valores y otros aspectos más, que se les atribuyen comúnmente a los hombres; sin embargo, eso nos lleva a preguntarnos ¿qué es ser un hombre? Estos dos conceptos van de la mano y han ido cambiando de acuerdo con el momento histórico, cultural, social y geográfico del que se quiera ver, es por esto, que no hay una definición única. Desafortunadamente este concepto de masculinidad, no lo podemos ver solamente como una de las tantas formas de manifestar nuestro género, sino que trae consigo algunas connotaciones negativas.

Habremos escuchado alguna vez acerca de la masculinidad tóxica. Definiciones como está, engloban una serie de aspectos que llevan a la masculinidad a regirse por ideas regresivas, estáticas, simplistas, exageradas y sin fundamento real, que afecta a todxs, ya que sigue perpetuando machismo y desigualdad en una sociedad que de por sí ya es desigual.

Las repercusiones evidentemente impactan de forma más clara sobre aquellas personas que no se enmarcan en esa idea de “hombre real”, es decir, géneros diferentes a este, orientaciones sexuales diferentes a la normativa o expresiones de género que se salen de lo común, no obstante, también afectan de forma importante a quienes se identifican dentro de este género.

Las manifestaciones de esa masculinidad tóxica, se puede ver en actitudes como la necesidad de dominio, la dificultad de expresión de los sentimientos, la expresión de violencia o fuerza con lxs demás (un ejemplo es esa palmada ruda en la espalda junto a un “¿qué pasa cabrón?”) y otras más que podrían ser explicadas también por otros aspectos religiosos, culturales y sociales, no obstante, ya son una clara señal de que hay algo que analizar.

¿La educación es una herramienta?

Este tipo de mentalidades nos ha sido inculcadas desde siempre y sin duda la educación es una forma potente de ir cambiando esa situación, pero desafortunadamente no hemos recibido alguna educación que nos ayude siquiera a reconocerlas; nuestra educación sexual se ha enfocado en cómo protegernos de los peligros de la sexualidad, pero ¿cuándo nos enfocamos en la comunicación o en la expresión de las emociones en la cama? En saber manifestar lo que nos gusta y no nos gusta, en la autoestima sexual, en el placer o en la empatía. Pues aún hace falta centrarse en ese tipo de contenido que nos ayuden a desmitificar la idea que tenemos de masculinidad.

 

¿Ahora bien, esto podría afectar la sexualidad, las relaciones de pareja y las relaciones sexuales?

Sin duda alguna, este tipo de actitudes que perpetúan ese tipo de masculinidad hegemónica, no solo afecta fuera de la cama, sino también dentro, la falta de habilidades sociales como la empatía o la comunicación, no nos permite expresarte con tu pareja; no nos permite dar a conocer esas cosas que te gustaría hacer, por vergüenza a lo que pensará; no nos permite entender que quiere nuestra pareja o que le incomoda; no nos permite entregarte al placer y recibirlo sin sentir que tienes la obligación de rendir o de tener que llevar el mando de la situación y por último sigue perpetuando el falocentrismo en las relaciones sexuales.

Este tipo de actitudes no son algo que diferencie de orientaciones sexuales, estamos tan metidos en esa dinámica machista, que no es exclusivo de parejas heterosexuales. En relaciones entre personas del mismo género, pueden darse este tipo de actitudes que demeritan a todo aquello que se aleje de esa masculinidad tradicional y cualquiera que rose con lo que se considera socialmente “femenino”. Y se podría pensar, es que a mi me atrae lo masculino, ¿qué tiene de malo? Más allá de ser un rasgo que pueda atraernos de alguien, busca criticar y rechazar tajantemente estas disidencias; esto se evidencia comúnmente en las apps de ligue para hombres en que prima esa necesidad de buscar lo masculino, para poder siquiera continuar una conversación. Además, esto muestra a un grupo de personas rechazadas, dentro de lo rechazado, pero no ahondaré más, ya que esto requiere un apartado entero para ser descrito.

¿Y la situación va a cambiar?

Este tipo de masculinidad se ha venido presentando a lo largo de los años y a pesar de que, gracias a luchas feministas y de las minorías sexuales, cada vez se hace más evidente la problemática en pro del cambio, aún queda mucho por hacer. La lucha también viene desde aquellxs que cuentan con esos privilegios, y es ahí donde se hace importante un trabajo de introspección, tanto en entender cuáles son esos privilegios que se disfrutan, ya que es posible que ni siquiera sepamos que lo tenemos, hasta el hecho de explorar lo que nos hace vulnerables y humanos.

Hemos avanzado en leyes que nos acerquen a la igualdad, pero no solamente las leyes hacen que podamos ser iguales, se hace también desde un cambio social, desde el entender que el machismo existe, que el hecho de que nosotrxs, no vivíamos o practiquemos esa masculinidad hegemónica, no signifique que no existe, porque a pesar de que quizás nuestros entornos más cercanos no haya esa masculinidad tóxica, en entornos más lejanos si sigue ocurriendo y al final repercute en menor o mayor medida.

Así que, ponte en contacto con esa parte más sensible de ti mismx y permite que aflore.

Luis Eduardo Vargas Calentura

Escuela Educación Sexual