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El feminismo también es antirracista

Por Desirée Bela-Lobedde


La conmemoración del Día Internacional de las mujeres ya ha pasado y nos ha dejado con unas manifestaciones más virtuales que presenciales porque la pandemia obliga —y los poderes públicos misóginos que no se han quejado por otros tipos de manifestaciones, pero han prohibido las del 8M, también—; pero aún así, debemos seguir reivindicándonos, porque el feminismo hay que reinvindicarlo todos los días. De lo contrario, lo que estamos practicando es un feminismo moral —porque las circunstancias lo dictan—, de mentirijilla o performativo; llámalo como quieras.


Cada año las mujeres afrodescendientes (y latinas, gitanas, musulmanas y árabes, asiáticas y de otros orígenes étnicos) nos encontramos en las mismas: recordando que tanto el #8M como el feminismo en general también es antirracista. Lo es si consideramos la intereseccionalidad como herramienta de análisis.  





¿Por qué el feminismo es antirracista?

Como decía Reni Eddo-Lodge en una de las entrevistas que concedió recientemente con ocasión de la traducción al castellano de su libro Por qué no hablo con blancos sobre racismoentender que el movimiento feminista tiene que ser antirracista es tan fácil como entender que hay mujeres negras. ¿Y acaso no somos mujeres, como ya se preguntaba Sojourner Truth en 1851? Las mujeres negras vivimos situaciones de discriminación no solo por ser mujeres, sino también por ser negras. De todas formas, te recomiendo que leas el libro de Eddo-Lodge, y así podrás entender mejor su posicionamiento.


Aquí el reto es que las mujeres que lideran el movimiento feminista en España son blancas [y mayormente cis, y españolas, y sin discapacidades físicas o intelectuales). Y eso hace que, por su lectura del mundo desde sus propios condicionantes, no vean lo que condiciona la vida de otras mujeres que no encajan en el marco en el que creen que deberíamos caber todas. Y no.



¿En qué perjudican las consignas antirracistas?

[Spoiler: en nada] Yo creo que, si queremos ochos de marzo y feminismos plurales y diversos, las consignas antirracistas tienen que estar ahí. Las manifestaciones del 8M y cualesquiera otras manifestaciones y reivindicaciones feministas tendrían que reflejar precisamente eso: que el movimiento feminista es diverso. Deberían dar espacio para que cualquier mujer reivindique lo que quiera y como quiera, siempre y cuando esas reivindicaciones sean en favor de la justicia social y los derechos humanos, porque para mí el feminismo también debería perseguir esto.


¿Así que qué tiene de malo que las mujeres africanas o afrodescendientes (y cualesquiera otras mujeres en cuya existencia el racismo tenga peso) reivindiquen cuestiones relacionadas con el racismo? ¿En qué perjudican estas consignas al movimiento feminista? Te lo repito: en nada, así que demos cabida al antirracismo en los espacios feministas. Es justo y necesario.


Porque, además, si negamos el espacio a las consignas antirracistas, se niega la posibilidad de que el feminismo se construya desde la posición de mujeres diversas y entonces se convierte su experiencia (como mujeres) en una de segunda clase. Y yo me pregunto: ¿es eso feminista? Para mí no lo es. Porque entonces entramos en eso tan peligroso de legitimar o no los reclamos de otras compañeras. Y de ahí a caer en la infantilización y los paternalismos (que tanto escuecen cuando vienen de parte de los hombres) hay un paso muy pequeño. Creo que es más enriquecedor escucharnos y hablar por nosotras, como parte del diálogo feminista, y no por boca de otras compañeras, si nuestras realidades son diferentes.


El racismo dentro del feminismo es real.
 Existe y hay que hacer varias cosas al respecto:

· Dar espacio para que las mujeres que lo vivimos lo denunciamos sin miedo a represalias.


· Aceptar el señalamiento
 desde la responsabilidad y la autocrítica, y acogerlo como una oportunidad para revisarse y crecer.

 

 


El flaco favor™️ al feminismo

Siempre hay una justificación para dejar el antirracismo fuera de los espacios feministas en general. Y también se suelen silenciar los intentos de señalar el racismo dentro de los movimientos feministas, lo que también es preocupante.

Las mujeres (blancas) tienden a justificarse diciéndonos que señalando el racismo le hacemos flaco favor al feminismo. Que el enemigo es uno solo: el patriarcado. Lo que pasa es que ese patriarcado, además de ser misógino, es también racista (y capitalista, capacitista, antigitano, tránsfobo, islamófobo y muchas cosas más). Y de la misma forma que como feministas, hemos aprendido a desprendernos de las conductas patriarcales que nos habitan, llega el momento de aceptar que también tenemos que deshacernos de las conductas racistas que hemos aprendido e interiorizado.


A veces parece que se nos olvida que ser sujeto oprimido no nos impide ser al mismo tiempo sujetos opresores y dificultar la existencia de otras compañeras. Así que creo que este punto es importante tenerlo presente, porque nos ayuda a estar alerta y, sobre todo, a aceptar los errores desde la humildad y la voluntad de aprender e ir a mejor. Al final, si he dicho o hecho algo que le ha dolido a una compañera y me lo señala, reconocerlo y repararlo me honra. Yo creo que la sororidad también trata de eso.

 


Abraza la diferencia

La creencia de que las mujeres negras (o de otros orígenes étnicos diversos) queremos crear fisuras en el movimiento no ayuda a nadie. Y además es falsa. Tal vez las fisuras en el movimiento las crean las resistencias a admitir que, aun siendo mujeres, algunas gozan de más privilegios que otras y que, desde esas posiciones a veces también se discrimina u oprime a mujeres que viven en condiciones más desfavorecidas.


Yo no creo que señalar las conductas racistas sea negativo. Y no creo que el feminismo tenga que ser un bloque unitario y sin fisuras, sin diferencias ni diversidad. Las mujeres somos diferentes y eso es maravilloso. Ahora solo nos falta a aprender a habitar la casa de la diferencia, de la que hablaba Audre Lorde. Solo así seremos capaces de abrazar esas diferencias y entender que no nos separan: nos unen. Las diferencias nos unen porque nos permiten enfrentar el patriarcado desde flancos diferentes y yo creo que eso es muy positivo.


 

Haz tu parte del trabajo

Declararse feminista no significa ser un ser inmaculado y estar libre de conductas racistas (ni de otras conductas discriminatorias). Nadie nace sabiéndolo todo y eso implica que nos vamos a equivocar cientos de veces. Y está bien, porque forma parte de nuestro proceso de aprendizaje, que es continuo y no termina.


Así que haz tu parte del trabajo.
 Lee a feministas negras. Acércate al trabajo de Esther (Mayoko) Ortega y al de las compañeras de Afroféminas y de AfroFem Koop, ya que el trabajo de esta última colectiva se centra en el contexto español. Y que sepas que, mucho antes que nosotras, Remei Sipi también hablaba de mujeres africanas en España. Lee también a Eddo-Lodge, una mujer británica contemporánea, para aprender cómo están las ahora en el Reino Unido; pero no se te olvide leer a Kimberlé Williams Crenshaw, Patricia Hill Colinsbell hooks, o Angela Davis. Lee también, si quieres a Chimamanda Ngozi Adichie, pero no le compres la parte tránsfoba.


Hay una cantidad de mujeres negras, africanas y afrodescendientes de las que puedes aprender.
 Y todo esto no te lo tendría que estar explicando si en todos esos posgrados y maestrías sobre feminismos y perspectiva de género que se imparten desde el sistema educativo se incorporase la mirada antirracista y decolonial. Cuánto bien nos haría.

 

Desirée Bela-Lobedde

Escuela Educación Sexual