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Chemsex

Por Uxue Gamarra

CHEMSEX


Se denonima Chemsex al uso intencionado de drogas en un contexto erótico entre hombres. Coloquialmente también es conocido como sesión, vicio, morbo, guarreo o chill. Este uso sexualizado de sustancias empezó a extenderse en la década de los 2000 en EEUU y poco después llegó a Europa por medio del Reino Unido. 




El concepto ‘Chemsex’ es la fusión de los términos anglosajones ‘chemical’ (químico, droga) y ‘sex’ (sexo). Por lo tanto, el Chemsex se basa en la interacción entre el consumo de drogas y las prácticas eróticas. Sin embargo, no cualquier consumo de sustancias en un contexto erótico se considera Chemsex. Resulta usual en las apps de citas gays encontrarse con perfiles en los que resaltan “cero drogas” “no chems” o, por el contrario, “de chill”, algo que no es nada frecuente en las aplicaciones de contactos ‘heteros’. Esto se debe a que se trata de un patrón de consumo erotizado de drogas psicoactivas vinculado a hombres gays, bisexuales y HSH (Hombres que tienen Sexo con Hombres) que participan en encuentros eróticos casuales. Pese a que recientemente se han registrado casos de personas trans, no binarias y queer, la participación de personas que no se identifiquen como hombres no es lo más común y la mayoría de los expertos en el tema consideran que el Chemsex es una práctica solo entre hombres. 


En el Chemsex el consumo se puede realizar a través de diferentes vías: oral, esnifada, inhalada, fumada, rectal, intravenosa, intramuscular…etc. El empleo de las drogas de manera inyectada es minoritario pero va en aumento y es el que más riesgos para la salud presenta. Al consumo inyectado durante las prácticas eróticas también se le conoce como ‘slam', 'slamming’, o ‘slamsex’. En cuanto a las sustancias empleadas, las más habituales son la mefedrona (‘mefe’), la metanfetamina (‘tina’) y el GHB, aunque también se suele consumir MDMA, popper, cocaína y diversos fármacos para la disfunción eréctil como tadalafilo y sildenafilo. Dentro del Chemsex resulta muy común el consumo de varias drogas en un mismo encuentro erótico, a lo que se le llama policonsumo. Estas sustancias pueden ser tomadas tanto antes del encuentro erótico como durante. 


Estas prácticas eróticas se desarrollan dando lugar a largas sesiones de sexo que pueden llegar a durar desde varias horas hasta días. Las sesiones de Chemsex se suelen llevar a cabo tanto en solitario como en compañía (pareja, trío o en grupo), aunque lo más común es que se realice en grupo. Las personas que lo practican en solitario, lo hacen de manera virtual contemplando material pornográfico o interactuando en la red con otros hombres. De igual manera, estos encuentros se pueden dar tanto entre personas con encuentros casuales como con compañeros sexuales. 


Aunque lo más habitual es que este consumo sexualizado se efectúe en casas particulares, también tienen lugar en diferentes espacios compartidos entre los hombres gays, bisexuales y HSH como: saunas, cuartos oscuros, celebraciones en locales privados, clubs de sexo, festivales con zonas para encuentros eróticos, áreas de cruising…etc. En las grandes ciudades la presencia del colectivo participante en el Chemsex es mayor, por lo que eso favorece que este fenómeno sea más común en ellas. En España se pueden destacar Madrid, Valencia y Barcelona. De igual manera, los destinos vacacionales favoritos de la comunidad gay, bisexual y HSH permite que la práctica también se desarrolle con asiduidad en territorios como Ibiza, Torremolinos o Maspalomas. 




Cada persona es un mundo y existen infinidades de motivos o causas por las que una persona puede entrar en el entorno del Chemsex. No obstante, existen ciertos factores, situaciones o elementos individuales, comunitarios y sociales que pueden favorecerlo. El consumo de sustancias en contextos eróticos permite que aumente la líbido y la sensación de confianza o seguridad, facilita una desinhibición sexual, estimula los sentidos, potencia el placer y la excitación y posibilita la prolongación de las prácticas eróticas. Hay quienes también emplean las drogas con el fin de poder realizar ciertas prácticas o juegos eróticos ya que el consumo reduce la sensación de dolor. 


El Chemsex es vivido por muchos como una manera de experimentar en el sexo, sentirse parte del grupo o incluso como vía de espape de las situaciones y emociones. Estas prácticas con drogas contribuyen a la exploración, descubrimiento, profundización, conexión, y al desarrollo de las relaciones eróticas. A través de los encuentros sexuales las personas materializan sus deseos, carencias, necesidades…etc. 


Sin embargo, entre las drogas empleadas podemos encontrar algunas con elevado potencial de dependencia (cocaína, metanfetamina…) o de intoxicación (GHB), las que, junto a la vía de consumo, llevan a identificar al Chemsex como una práctica de riesgo elevado. El consumo de drogas durante las prácticas eróticas facilita que se disminuya el juicio y la percepción del riesgo, de manera que la probabilidad del uso del preservativo también se reduce. Además, en estos encuentros los participantes pueden realizar prácticas con distintas parejas sexuales, mezclándose diferentes fluidos corporales, lo que sin la utilización de un método barrera, facilita la transmisión de distintas enfermedades e infecciones. En cuanto a la vía de consumo, compartir material de consumo de drogas resulta una práctica de riesgo que aumenta la probabilidad de contraer diversas infecciones y enfermedades. 


Las adicciones a las sustancias, infecciones, enfermedades e intoxicaciones no son los únicos resultados dañinos del Chemsex. Entre las personas que practican o han practicado este consumo sexualizado, además de problemas económicos, psicológicos, sociales, legales y laborales, se encuentran consecuencias como: pérdida de control, disminución del deseo sexual, impotencia sexual, pérdida de interés en prácticas eróticas sin drogas y efectos a nivel neurocognitivo. El patrón de participación en el Chemsex puede variar mucho de unos hombres a otros (experimental, casual, mensual, semanal, diaria…etc.). Lo más frecuente es que cuanto mayor frecuencia y mantenimiento de la práctica haya, mayores sean los efectos perjudiciales. Del mismo modo, se debe tener en cuenta que algunos tratamientos antirretrovirales pueden no ser compatibles con algunas drogas consumidas, lo que puede favorecer la sobredosis. 




Resulta imprescindible conocer que, aunque se puedan prevenir ciertas prácticas y consumos problemáticos, hay casos en los que la clave recae en la reducción de riesgos y daños. Se deben favorecer prácticas seguras mediante métodos barrera y, a su vez, promover materiales de consumo individualizado y pautas para un método de consumo menos perjudicial. Es importante no estigmatizar ni prejuzgar a los participantes y ofrecer alternativas más seguras. No se puede propagar que todo consumo sea problemático. De la misma manera, tampoco se puede generalizar como una práctica que realizan todos los hombres gays, bisexuales o HSH, ya que, aunque se trata de un consumo sexualizado exclusivamente entre personas de dicho colectivo, solo una minoría de él lo práctica. 


Que no compartamos o que no consideremos apropiada una conducta no va a evitar que se siga realizando, sin embargo, sí que podemos ofrecer vías y métodos alternativos para que estas prácticas se vuelvan más seguras.

Uxue Gamarra

Escuela Educación Sexual