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Antropología y sexología

Por Santa Mandanga

¿Eres amante de la sexología y la antropología? Te recomiendo encarecidamente que leas el libro Sed de Piel, de Manuel Lucas.

 

Este libro nos muestra el proceso de sexuación humano a través de un procedimiento filogenético, siempre teniendo en cuenta el androcentrismo al que estaba adherido la interpretación de la sexuación pero a la vez nos muestra el papel clave que tiene la mujer en esta evolución.

 

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Claramente las dudas que tenemos sobre algunas cosas nos hacen interesarnos e investigar sobre ellas llegando a cierto punto en el que nos damos cuenta que la religión es una parte importante que no podemos obviar, que sirve para justificar muchas de las conductas que empleamos, como pueden ser dogmas o patologías. Como afirma Manuel Lucas, lo cultural tiene muchas raíces en la herencia, en cómo somos, cómo nacemos, cómo vivimos. Y la sexualidad es muy importante en ello, ya que somos seres sexuados, no podemos vivir sin sexo, sin placer, somos hedonistas. La naturaleza es lo que somos y la cultura cómo actuamos. Desde que nacemos tenemos necesidad de amor, de contacto, de comunicarnos. Somos seres sociales, necesitamos de las personas para vivir, para acompañarnos y para tener sexo, no con fines reproductivos, que también es una parte importante ya que necesitamos la procreación para que la especie sobreviva, pero también necesitamos un sentido del placer, del disfrute, de supervivencia.

 

Es curioso como diversos seres vivos como las babosas, los caracoles, lombrices… son hermafroditas, siendo tan natural como ellos mismos, sin ser una patología ni nada parecido. Sin embargo, en la especie humana ya los denominaríamos diferente, como intersexuales, o de sexo no binario, en algunos casos trans... El tema de la intersexualidad demuestra que aún existe un discurso que reproduce la dicotomización del género y el sexo, particularmente en el acercamiento médico y psicológico con aquellos cuerpos que no pueden categorizarse de manera tradicional como hombres o mujeres, porque la genitalidad no está bien definida (Domurat, 1998b; Howe, 1998; Zucker, 2002). Sin embargo la especie humana tiende a tener que categorizar y etiquetar todo, siendo el sistema binario uno de los preferentes. ¿Salado o dulce? ¿Blanco o negro? ¿Regulacionista o abolicionista? ¿Derechas o izquierdas? ¿Hombre o mujer?

 

Para los que no somos expertos en biología sabemos que lo que “se supone” qué hace a una mujer pertenecer a este sexo es que tenga un ovario productor de óvulos y a un hombre un testículo reproductor de espermatozoides. Pero si sólo nos informamos un poco más, sabemos que hay diferentes tipos de intersexualidades que no hacen que una mujer u hombre sean menos hombre u mujer por ser diversos en su categoría. Por ejemplo, Miguélez (2016) hace una clasificación de los tipos de intersexualidades que hay dependiendo: del desarrollo fenotípico masculino y femenino, de las alteraciones en la diferenciación sexual, de las disgenesias gonadales, de la alteración en la diferenciación genital o de las malformaciones del aparto genital. Si hay todas estas variaciones de las personas intersexuales, ¿cuántas habrá en referencia a la mujer o al hombre? ¿De verdad es necesario enumerarlas? ¿No se podría llegar a la conclusión de que cada ser es único e irrepetible? Intentar normalizar el sexo binario o e incluso la identidad de género es tarea imposible. En Sed de Piel se comenta que hay algunas especies las cuales cambian de sexo en el curso de su vida y es algo completamente natural, ¿sería esto un hecho idílico en el ser humano?.

 

 

 

 

         Algunos casos curiosos de especie animal mencionados en el libro son inimaginables en la especie humana. Por ejemplo, el de la mariposa Zigaena, que si ésta quiere copular y se equivoca de especie, morirá con el pene dentro de la hembra. Una pequeña equivocación queriendo tener sexo y entonces llega la muerte asegurada. No es el caso del chinche, que con su cañón de esperma deja su líquido seminal por todos sitios hasta fecundar a alguna hembra, así no se equivoca de especie. La solución para todos ellos sería la no – monogamia, pero nos encontramos la dificultad de encontrar pareja, entonces… ¿las especies son monógamas por no complicarse la vida? ¿Por no tener que buscar varias parejas a lo largo de su existencia? ¿Realmente merece la pena estar toda la vida con el mismo compañero y no experimentar o disfrutar con otros? En el caso de la especie humana, ¿realmente es tan difícil encontrar acompañantes para disfrutar de un buen sexo sin tener un compromiso para toda la vida? Por otra parte, si mencionamos el caso totalmente opuesto, es realmente bastante triste que después de mantener relaciones sexuales por primera vez, en algunas especies el macho muera después del apareamiento por estar exhausto debido al gran esfuerzo que tienen que hacer para luchar por la hembra que quieren conquistar, y que finalmente las hembras también mueran después del nacimiento de la cría. ¿Es esto morir por reproducirse o morir por satisfacerse sexualmente una vez? ¿Sacrificaríamos nosotros la especie humana la vida para reproducirnos o sólo por satisfacernos? ¿Hasta donde seríamos capaces de llegar por tener sexo o por conquistar a la pareja que queremos? Alguno seguro que construiría castillos como los cangrejos Ocypode para atraer a su acompañante sexual.

 

 

         Otros tipos de relaciones entre las especies serían la poliginia, que se refiere al régimen familiar en el que el hombre tiene varias esposas al mismo tiempo (Real Academia Española, f., definición 1) o la poliandria, estado de la mujer casada simultáneamente con dos o más hombres (Real Academia Española, f., definición 1). El 82% de las especies practican la primera, nada nuevo, era de esperar. Ejemplos serían las culturas del islam o el budaísmo, pero que a la vez no permitirían la poliandria. Aquí tenemos un ejemplo de cómo la religión influencia que la mujer sea inferior en este aspecto al hombre. El caso de la poliandria es igual de inusual que la monogamia, por lo tanto la solución más asequible y fácil sería la poligamia, que engloba a la poliginia y a la poliandria. Sin embargo, me parece muy interesante y curioso que en las especies monógamas el dimorfismo sexual sea casi nulo. Es decir, que esto lleva a una competitividad casi inexistente en el tema de la sexualidad. ¿Podríamos plantear en la especie humana esto? El hecho de que no fuéramos físicamente diferentes, ¿nos haría plantearnos el sexo sólo como reproducción o no podríamos dejar de ser hedonistas? Me inclino más hacia lo segundo.

 

         Manuel Lucas dedica un apartado de su libro para la sonrisa definiéndola como: “La sonrisa es un gesto exclusivo del ser humano”. Según Fernández-Abascal (2009), la sonrisa es el sello de identidad de las emociones positivas y, por ende, el icono de la psicología positiva y del bienestar psicológico. La sonrisa es algo más que un gesto o una mueca de los muchos que los seres humanos y demás primates somos capaces de hacer. Forma parte de ese repertorio de manifestaciones emocionales que muy tempranamente somos capaces de reconocer y responder emocionalmente ante ella, antes de que desarrollemos un leguaje simbólico u otros sistemas de comunicación. Es decir, que es el principal gesto de acercamiento entre los seres humanos. Los niños desde pequeños la usan para atraer a sus figuras de apego, de hecho, el apego y la futura sexualidad están muy relacionados. El sistema sexual, converge con el sistema de  apego  en  la  medida  en  que  requiere  de  intimidad  y proximidad  emocional (Gómez-Zapiain, Ortiz y Gómez Lope, 2011).  Abundantes  trabajos  han  aportado evidencia  acerca  de  cómo  intervienen  los  modelos  internos de  apego  en  la  experiencia  erótica (Bogaert  y  Sadava,  2002; Brennan  y  Bosson,  1998;  Brennan,  Wu,  y  Loev,  1998; Gómez-Zapiain,  2008;  Hazan,  Zeifman  y  Middleton,  1994; Keelan,  Dion,  y  Dion,  1998; Mikulincer  y  Goodman,  2006; Schachner  y  Shaver,  2004). La comunicación humana es la relación que un individuo tiene con otro u otros para la propia autoafirmación y para la obtención de placer a través de la sincronía interaccional (Lucas-Matheu, 2009) es decir, cuando una persona toca a otra, la experiencia es inevitablemente mutua (Montagu, 1971).

 

 

 


         En las isla Utithi, en la Polinesia, hacen “la fiesta de las cien caricias”, donde se reúnen por parejas pero los casados no pueden ir juntos. El propósito de la fiesta es hacer el amor hasta cansarse, incluso los niños juegan a acariciarse. Podríamos comparar esto en la cultura occidental como los clubs de swingers (clubs donde se hacen intercambios de pareja), pero claramente no está socialmente aceptado. Tampoco estaría el hecho de que algunas culturas, no tienen pudor por mantener relaciones sexuales delante de otras personas, y en nuestra cultura esto sólo es posible en sitios de alterne o los clubs antes mencionados, ya que sino se sentirán totalmente juzgados y podrían ser fácilmente penalizados.  

 

         Un tema curioso que menciona el libro es la plusagresividad que tiene el hombre: “Cuando el individuo no puede acariciar, golpea, cuando no puede hacer el amor, viola, cuando se siente rechazado y no puede comunicarse con los demás, agrede, cuando no puede amar, hace la guerra”. Se supone que la libertad sexual ha sido limitada en el curso del tiempo por la cultura, ¿no es un poco triste que siempre hayamos tenido unos códigos y no hayamos podido disfrutar de una sexualidad libre? pero, ¿dónde acabaría la libertad? ¿tu libertad acaba donde empieza la mía? Es claro que hay prácticas sexuales como la violación o el incesto que no deberían estar permitidas en mi opinión, ni en nuestra cultura ni en la de los demás, sin comentar el por qué de las razones obvias de cómo afecta el que te fuercen sin tu consentimiento. Hay un porcentaje mayor de hombres que realizan este tipo de acciones sobre todo porque siempre se les ha permitido más que a las mujeres. Como dice Manuel Lucas, las relaciones extramatrimoniales están permitidas para los hombres en un 54,3% y para las mujeres en un 11,2%, ¿y esto, a qué se debe?. A que la mujer siempre ha estado en una posición infravalorada, que no se le ha permitido ser totalmente libre, siempre atada y siempre dependiente del hombre.

 

 

 

El estudio de este libro está basado en 66 culturas, principalmente en Nueva Guinea, Melanesia, Polinesia y Micronesia, teniendo unas prácticas cuanto menos curiosas:  

 

 

·       Nueva Guinea:

 

Para ver ejemplos de lo que hablaba sobre que la mujer siempre ha estado en una posición inferior al hombre tenemos la tribu baruya donde el semen es sagrado, pero la sangre de la regla, es una amenaza. Los hombres que no han tenido relaciones sexuales antes se tragan éste, “consiguiendo el poder de la vida”. El hombre incluso tiene símbolos de vida, como el sol, el padre, el esperma… y la mujer sin embargo, símbolos de impureza, como la menstruación o la luna. Los sambia directamente separan a los niños y niñas, y educan a los varones en como la mujer supone un peligro para ellos. Los niños empiezan a ser homosexuales, y cuando se casan y tienen sexo con una mujer su pene ya se considera contaminado y por tanto no pueden tener más relaciones con hombres porque entonces su pene se considera peligroso.

 

Otra cuestión muy interesante es como tratan la homosexualidad o el sexo con menores, completamente natural. Los etoro, cuando son niños, le hacen felaciones a sus mayores hasta que ellos mismos lleguen a la madurez, pero a la vez el sexo entre hombres y mujeres está prohibido entre 205 y 260 días al año, aunque los ritos homosexuales no entran dentro de estos rituales. En general, consideran que el sexo es peligroso y solo puede hacerse para fines reproductivos con las mujeres. Los keraki por ejemplo empiezan siendo sodomizados por los adultos y cuando llevan un año, ellos sodomizan a los mas jóvenes, y es anormal si los hombres se abstienen de relaciones homosexuales. ¿cómo hemos podido llegar a pasar de que sea tan sumamente natural la homosexualidad y entonces años mas tarde es penalizada en muchísimos países con torturas o incluso la muerte?

 

·       Melanesia:

 

En lslas Trobriand, los niños tienen muy normalizado el sexo, de hecho la estimulación bucogenital y el coito simulado son sus actividades y juegos favoritas, así a la hora de la verdad, irónicamente pueden ahorrarse el mal rato que suelen pasar los adolescentes por la primera vez, ya que ellos vienen entrenados de casa.  Por ejemplo, los Tikopia, tienen una práctica bastante curiosa e innecesaria, la cual se trata de que si una mujer adulta tiene ganas de sexo, cubrirá con algo al niño e insertará su pene en sus órganos. ¿De verdad es imprescindible hacer esto? ¿No será más satisfactorio para la mujer encontrar a una pareja de su misma edad o al menos que sea mayor que un niño pequeño? Al final ésta está abusando de su poder por mucho que esté normalizado en su sociedad, ya que no es lo mismo que sea común que los niños de pequeños se masturben libremente a que tengan relaciones sexuales con mujeres que pueden triplicarles la edad. Cuando hablo de las mujeres, aplico el mismo caso y las mismas circunstancias a los hombres.

 

Por otro parte, en la sociedad Trobriandesa, antes de casarse necesitan un periodo de intimidad sexual, es decir, que se conocen sexualmente y sino conectan, no se casan. La verdad que es muy útil como solución a los matrimonios arreglados o forzados. No muy lejos de allí, en las islas Vanuatu, se considera el lugar que proporciona mejores condiciones según el “Índice de Planeta Feliz” porque hay una actitud tolerante y permisiva hacia la expresión sexual en la infancia. También en estas regiones es interesante que algunas tribus ven la menstruación como una purificación y otros directamente como algo demoniaco y nocivo, por lo tanto tenemos las dos versiones opuestas entre sí.

 

 

·       Polinesia:

 

En estas tribus también es importante la tolerancia hacia la expresión sexual de los niños. Por ejemplo, los pukapuka también permiten que los niños se masturben libre y abiertamente en público. Por otro lado, los mangaia, enseñan a sus hijos sobre sexo en casa, pero luego no muestran afecto y amor en público, aunque el tema de las relaciones sexuales sea algo totalmente abierto para ellos. Si mostrasen su amor públicamente parecería ideal trasladarlo a nuestra cultura, ya que claramente la educación sexual es una asignatura pendiente en nuestra sociedad.

 

También me gusta que en un sitio como Pohnpei no existan los celos. Estos no son un problema para ellos, de hecho quien tiene celos se considera afeminado, (esta parte ya no me gusta tanto, ya que al final considerarse afeminado puede ser despectivo y hace referencia a la mujer). Pero lo bueno es que no hay peleas por adulterio, sino cuando éste se produce, son otros los que fijarían la condena, (siendo el adulterio penalizado) .

 

 

·       America del Norte:

 

Otro ejemplo de la inferioridad de la mujer la encontramos en los indios Cheyenne, los cuales las relaciones prematrimoniales están totalmente prohibidas, pero la diferencia entre hombres y mujeres la encontramos cuando se cometía adulterio. Si una mujer era la protagonista de la infidelidad, la violaban en masa y si por si acaso sobrevivía, la ignoraban lo que quedaba de vida, es decir, castigada para siempre. ¿Qué pasaría si el hombre cometía el adulterio? Seguro que no era violado por treinta o cuarenta mujeres ni le obligaban a ponerse un cinturón de castidad como les obligaban a ellas.

 

Sin embargo, lo bonito que es que en el pueblo inuit usaba el termino “reír” para referirse a las relaciones sexuales y sin embargo tenían escaso lenguaje para expresar emociones de tristeza. Creo que es el verbo más bonito y necesario que podemos usar para referirnos al acto sexual.

 

 

 

 

En general, estas reflexiones nos sitúan en el término que usan Amezúa (1978) y Manuel Lucas: educastración, es decir, mensajes generales negativos que se les manda a los niños sobre el tema de la educación sexual, basándose sólo en los métodos anticonceptivos y en las ITS (infecciones de transmisión sexual), ni siquiera mencionando una sexualidad positiva o informándoles de cómo disfrutar sanamente con su propio cuerpo, con el contacto humano. Además, me atrevería a ligar este concepto a la vejez, ya que también a los mas mayores se les castra de poder seguir disfrutando de una sexualidad libre a cierta edad, en vez de potenciarla..

 

 

En mi experiencia sobre sexualidad en otras culturas tengo la suerte de haber convivido meses con la de Honduras, donde existen lo que se llaman colonias y comunidades que también tienen normas muy estrictas sobre las costumbres sexuales. En Marcala, un departamento de este país, hay muchas comunidades la cual la pobreza es una de sus principales características. No tienen un sistema educativo que se ajuste a lo que por en Occidente estamos acostumbrados generalmente aunque sea bastante escaso, entonces el sexo directamente es un tema tabú entre ellos. La mujer tiene un papel mas bien secundario en la familia, aunque sean ellas las que se encarguen de cuidar a todos sus hijos, de alimentarlos, llevarlos al colegio y de educarlos. El padre se encarga en la mayoría de los casos de trabajar en el campo, pero el dinero se lo suelen gastar en alcohol. Esta es una de las razones por las que las familias viven en extrema pobreza, porque no saben administrar los recursos que poseen. La incidencia tan alta de nacimientos de niños con necesidades especiales se debe al incesto entre los miembros de la comunidad. Esto está castigado por ley, pero la pobreza de estas ciudades hacen que casi nunca llegue a los tribunales, pero en la sociedad está muy normalizado, sólo las madres son las que intentan luchar para que sus maridos o los padres de sus hijos dejen de violarlas. Es un país muy religioso, cristiano concretamente, por lo tanto las mujeres entran en el estándar de patriarcado hegemónico. El sexo es tema tabú para ellos, de hecho les enseñan en los colegios a no hablarlo, pero las violaciones cotidianas que se dan entre las comunidades es algo muy normal para ellos. Las relaciones sexuales también se dan delante de los hijos, ya que no tienen dormitorios en sus casas, pero tampoco necesitan una alta privacidad. Por otra parte, en otro departamento llamado Cayos Cochinos, que está pegado al mar Caribe, hay una tribu de garífunas para los cuales el sexo es una fiesta que todo el mundo debe practicarla. Normalizan totalmente hablarlo con los menores y la homosexualidad es algo trivial para ellos, lo que es bastante curioso ya que en otros departamentos cercanos está totalmente criticada y penalizada.

 

¿Seremos capaces en algún momento de nuestra vida de llegar a un consenso mundial en que la se le de a la educación sexual la importancia que merece?

 

 

 

“Nuestra sociedad le ha arrebatado a la sexualidad el gran papel que desempeña, ya que la sexualidad no es sólo sexo, es un término mucho más amplio que responde a un instinto de comunicación” (Lucas-Matheu, 2009).

 

 

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Santa Mandanga

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